jueves, 10 de febrero de 2011

Profeta Qom Elisheó-Yajnaxanaxáiq y el milagro de la mujer Samuqo


de Flavio Dalostto, Tomo 1 de Historia Sagrada del Pueblo Qom en el País Chaqueño

Elisheó-Yajnaxanaxáiq oiquiaraxáiq y la mujer samuqo.

Un día andaba Elisheó-Yajnaxanaxáiq, varón de Dios, por la Montaña de Saguáiq, y moraba allí una mujer importante que siempre lo invitaba a comer; y cuando él pasaba por ese distrito, se detenía en su casa, y comía.
Y ella dijo a su marido, que era mataguayo: -Qad’ta’á nos bendice, al permitir que nos visite este pilagá, varón de Dios. Yo te pido que le construyamos una pequeña casita, donde tenga cuero de dormir y taburete. Y él quede cuanto quiera, y nos bendiga con su presencia.
Y así hicieron el marido y la mujer. Y cuando venía Elisheó-Yajnaxanaxáiq con su ayudante Ashilaléq, quedaban a descansar y a comer, en la casita que les habían construido.
Elisheó-Yajnaxanaxáiq llamó a su ayudante Ashilaléq, y le dijo: -Esta mujer samuqo nos ayuda siempre, y nos cuida con esmero. Quisiera hacer algo por ella. Llámala.
Y la llamó Ashilaléq, y ella vino delante de Elisheó-Yajnaxanaxáiq, y éste le dijo: -Mujer, siempre nos atiendes con mucho cuidado, ¿Qué podemos hacer por ti? ¿Quieres que hable con el rey, o con el general del ejército?
Y ella le dijo: -Aunque Dios no me ha dado hijos, y mi marido es viejo, soy feliz con lo que el Nogüét me da, y agradezco poder ayudar al mensajero del Más-Alto.
Y Elisheó-Yajnaxanaxáiq le dijo: -El año que viene abrazarás a tu hijo.
Pero ella le dijo: -¿Por qué te burlas de tu hija?
Pero cuando pasó un año, la mujer quedó embarazada, y parió un hijo; y la mujer y su marido se llenaron de felicidad.
Más resultó que pasando el tiempo, y estando el padre cazando, acompañado por su hijo, éste comenzó a gritar “Mi cabeza”, “mi cabeza”, y estaba lleno de dolor.
Entonces, su padre les dijo a sus compañeros mataguayos: -Llevadlo con su madre.
Y llevaron al niño con su madre, y esta lo tuvo sentado sobre sus rodillas, y a las pocas horas murió.
Y la mujer tomó al niño, y lo tendió sobre el cuero de dormir que ocupaba Elisheó-Yajnaxanaxáiq, cuando paraba por su casa.
Y buscó un burro, y se fue rápido al otro lado de la Montaña Saguáiq, donde moraba Elisheó-Yajnaxanaxáiq, y cuando éste la vio llegar, le dijo a Ashilaléq: -Allí viene nuestra amiga, la samuqo.
Y cuando ella llegó ante Elisheó-Yajnaxanaxáiq, éste le dijo: -Mujer, ¿Qué pasa?
Y ella se tiró al suelo, y se agarró de los pies de Elisheó-Yajnaxanaxáiq, y llorando, le dijo: -¡Varón de Dios! ¡Te dije que no te burles de mí! ¿Yo te pedí un hijo? ¿Para que me lo diste?, ¡si Napal-Lta’á se lo ha llevado!
Y gritaba, y Ashilaléq quiso apartarla, pero Elisheó-Yajnaxanaxáiq le dijo: -¡Déjala, que tiene amargura en el corazón!
Y Elisheó-Yajnaxanaxáiq le dijo a Ashilaléq: -Vete con ella, toma mi bastón, y ponlo sobre la cara del niño. Cuando vayas por el camino hasta el niño, no saludes a nadie; y si te saludan, no contestes. ¡Rápido, apúrate!
Y Ashilaléq y la mujer se fueron en burros, rápidamente, hasta la casa de la mujer samuqo, al otro lado de la Montaña Saguáiq.
Y cuando llegaron, entró Ashilaléq, y puso el bastón de su patrón sobre la cara del niño, que estaba acostado en el cuero de dormir, y estaba todo frío en su cara y en su cuerpo; más el niño no se movió ni respiró.
Entonces, Ashilaléq se volvió rápido, en su burro, hasta Elisheó-Yajnaxanaxáiq, y cuando llegó, le dijo: -He hecho lo que me has dicho, pero el niño ni se mueve ni respira.
Y dijo Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -Esta dura la cosa, voy rápido.
Y subiendo a su burro, y seguido por Ashilaléq, galoparon hasta la casa de la mujer.
Y cuando llegaron, entró Elisheó-Yajnaxanaxáiq donde estaba el niño, y dejando afuera a Ashilaléq y a la madre, cerró la puerta, y se quedó solo con el niño muerto.
Y oró a Qad’ta’á, y le dijo: -Dame la vida de este niño, para que sepa la gente, que hay Dios en Chaco.
Y miró una pequeña mantis que caminaba por la pared, y Elisheó-Yajnaxanaxáiq supo que era Qad’ta’á.
Y le habló la mantis, desde la pared: -¡El rey de los Muertos ya tiene el alma del niño, en su mano!, y es difícil quitársela ¡Él es un perro hambriento que tiene un hueso entre sus dientes!
Pero Elisheó-Yajnaxanaxáiq le insistió: -¿Y no eres tú Dios, el Más-Grande, el Más-Alto, Puro-Amor y Puro-Bien? ¿Y me dices, que un perro grande no te devolverá a ti, el hueso que tú fabricaste en los talleres del Cielo?
Y se molestó Dios con Elisheó-Yajnaxanaxáiq, y lo miraba desde sus ojos, y le dijo: -Bueno, hagamos el esfuerzo.
Y el niño estaba acostado en el catre, boca arriba. Y Elisheó-Yajnaxanaxáiq se subió al catre, y se puso encima del niño, y su boca sobre su boca, y sus ojos sobre los ojos, y sus brazos sobre los brazos; y así un largo rato, pero el niño ni se movió ni respiró.
Y se levantó Elisheó-Yajnaxanaxáiq, y anduvo por toda la habitación, y oraba a la Fuerza Nogüét, y decía: -¡A mí, la Vida! ¡Napal-Lta’á, suelta lo que te llevaste!
Y después de un rato, se subió otra vez arriba del niño, y su boca a su boca y sus ojos a sus ojos  y sus brazos a sus brazos; y volvió el calor al cuerpo del niño, y éste estornudó siete veces, y vivió.
Y se escuchó un ruido fuerte, y se partió el suelo, y se asomó la cabeza roja de Napal-Lta’á, y el olor a podrido lo llenó todo. Y cuando vio a Qad’ta’á en forma de mantis, le gritó: -¡Ya me imaginaba que eras tú, otra vez, quitándome lo mío! ¿Para que haces leyes, Dios, si después no las cumples?
Pero le dijo Dios, moviendo sus antenas: -¡A callar, y vete abajo, pues yo hago las leyes, y también las deshago!
Y se volvió abajo, el rey de los Muertos, murmurando fastidiado contra Elisheó-Yajnaxanaxáiq, pero antes le dijo: -¡También te tendré a ti!

No hay comentarios:

Publicar un comentario