miércoles, 9 de marzo de 2011

EL PROFETA ELISHEÓ-YAJNAXANAXAÍQ Y EL SITIO DE LA CIUDAD DE ELELPATÁQ / TOMO 1 HISTORIA SAGRADA DEL PUEBLO QOM EN EL PAÍS CHAQUEÑO


de Flavio Dalostto

Elisheó-Yajnaxanaxáiq y el sitio de Elelpatáq. 

Después de estas cosas, Benanadí rey de Amambái, entró con todos sus ejércitos a la provincia de Güelgoritá, y rodeó la ciudad de Elelpatáq, cabeza de Chaqosheó.
Y los qompí de Elelpatáq, se encerraron en la ciudad por muchos días, y afuera el ejército de Amambái.
Y como pasaron muchos días, los elelpataquitas estaban desesperados del hambre. Y resulta que una iguana se vendía por una casa, y dos pichones de loros por un campo. Y  todos estaban desesperados y como animales furiosos.
Y cuando pasaba por el muro, el rey de Chaqosheó, le gritó una mujer: -¡Sálvame, rey!
Pero el rey de Chaqosheó le gritó: -¿No te salva Qad’ta’á?, y ¿Te salvaré yo? ¿Qué cosa quieres conmigo?
Y le dijo la mujer: -Un asunto tengo.
Y el rey: -¿Qué pasa?
Y la mujer: -Una vecina mía, me dijo ayer “Cocinemos hoy a tu hijo, y comamos; que mañana cocinaremos al mío, y comeremos”. Y así hice, y maté a mi hijo, lo cociné, y comimos mi vecina y yo; pero hoy, cuando le dije “mata al tuyo, cocinémoslo, y comamos”, ella lo escondió, y se niega a entregarlo.
Y cuando la escuchó el rey, se indignó, y se arrancó los cabellos, y se rasguñó la cara hasta sangrar, y le dijo a sus sirvientes: -¡Me destruya Dios, si mañana la cabeza de Elisheó-Yajnaxanaxáiq sigue estando arriba de sus hombros!
Y envió a soldados qompí, a la casa de Elisheó-Yajnaxanaxáiq, para matarlo.
Y en ese mismo momento, estaba Elisheó-Yajnaxanaxáiq en su casa, conversando con un grupo de ancianos, y les dijo: -Resulta que el Hijo del Asesino manda matarme. Cerrad la puerta, y que no entre.
Y cuando los soldados golpearon la puerta de Elisheó-Yajnaxanaxáiq, se derritieron, y se convirtieron en leche. Y bajaron gatos, y la bebieron. Y salió Elisheó-Yajnaxanaxáiq con los ancianos, y mirando a los gatos, dijo: -El Nogüét ama más a los animales que a los humanos, porque aquellos no tienen inteligencia para la maldad; más el hombre es dedicado hacia el mal, desde su juventud.
Y se fue caminando hasta el palacio del rey, Elisheó-Yajnaxanaxáiq, tranquilamente. Y cuando llegó, le dijeron al rey: -El que mandaste matar, está delante de la puerta, y ningún soldado con él.
Y se asustó el rey, y lo hizo pasar a Elisheó-Yajnaxanaxáiq. Y estaban todos los príncipes elelpataquitas con él.
Y les dijo Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -Oíd palabra de Qad’ta’á “El día de mañana, a esta misma hora, una bolsón de harina de algarroba valdrá un huevo de paloma; y un bolsón de zapallitos valdrá un huevo de tortuga”.
Y uno de los príncipes, le dijo, riéndose: -¿Será que Qad’ta’á abrirá puertas en el cielo, y caerá alimento sobre nosotros?
Y le dijo Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -Dios abre lo que quiere, y deja caer lo que quiere; más tú no comerás de esto.
Y se fue Elisheó-Yajnaxanaxáiq, del palacio a su casa.
Y resulta que había cuatro hombres enfermos de lepra, del lado de afuera del muro de la ciudad, cerca de las puertas, y se dijeron: -¿Para qué nos quedamos entre el adentro y el afuera de la ciudad? Si adentro, morimos de hambre; si afuera nos matan los amambaítas. Más adentro, morimos seguros, pero afuera no sabemos. Tal vez los extranjeros se compadezcan de nosotros, y nos den alimento, y no nos maten.
Y se fueron caminando hasta el campamento de los amambaítas, y se extrañaron, pues no escucharon ruido ni vieron movimiento.
Y he aquí que cuando llegaron donde los de Amambái, el campamento estaba completamente vacío, y con todas sus mercaderías, provisiones, bebidas, alimentos, metales valiosos, ropa buena, toda herramienta útil, carros, caballos y burros en mucha cantidad.
Y resulta que el Nogüét había hecho escuchar, a los amambaítas, gran ruido de carros y caballos entrando al campamento por la noche; y éstos, confundidos, salieron corriendo desnudos para salvar sus vidas, y dejaron todas sus cosas, pues se dijeron: -Los Hijos de Qom traen gran ejército de ellos, más los Hijos de Luléj y los salabinos y los turugamitas y los charrúa y los minuán (todos por premio); y nos destruirán de gran manera. ¡Ea, huyamos, y salvemos la vida!
Y los cuatro leprosos que estaban en el campamento abandonado, bebieron, comieron, se vistieron, y montaron caballos fuertes; y tomando alimentos y riquezas económicas por montón, los metieron en bolsas, y los escondieron en el bosque cercano.
Y después que estuvieron recompuestos, los cuatro leprosos, se dijeron entre ellos: -No estamos haciendo bien, pues el Nogüét nos ha favorecido, y hay buena noticia para todos, y nosotros mezquinamos el regalo inmerecido de Dios, sin compartirlo con nuestros hermanos. ¡Vamos a Elelpatáq, y demos la buena noticia al rey y al Pueblo!
Y llegando a la puerta de la ciudad, gritaron a los guardias: -¡Eh, los de la ciudad, avisad al rey que hemos ido al campamento enemigo, y he aquí que está vacío de gente, y todas sus cosas y caballos intactos!
Y despertaron al rey, y le dijeron la noticia; pero éste dijo: -Ésta es trampa de los extranjeros, pues se han dicho “Escondámonos en el bosque cercano, y pensando los qompí que nos volvimos a Amambái, saldrán (pues tiene hambre la ciudad); y saliendo nosotros sobre ellos, los mataremos a todos”.
Pero le dijo uno de los príncipes: -¡Nada perdemos con averiguar si es cierta la cosa!
Y el rey: -Nada perdemos, ¿Cuántos caballos quedan vivos, y no se los ha comido nuestra gente?
Y le dijeron: cinco.
Y el rey: -Id, cinco de vosotros en esos caballos, y averiguad la verdad del asunto.
Y fueron, los cinco, hasta donde el Ororó-Lcó desagua en el Paraguái, y vieron el campamento sin ruido ni movimiento, y entraron. Y supieron que era verdad lo que habían declarado los cuatro leprosos.
Y los soldados volvieron a la ciudad de Elelpatáq, y confirmaron la noticia al rey. Y corrió aquel príncipe que se había burlado de Elisheó-Yajnaxanaxáiq hacia el campamento extranjero; pero lo supo el Pueblo hambriento, y también salió con gran desesperación, y aquel príncipe murió aplastado por la multitud.
Por que le había dicho Elisheó-Yajnaxanaxáiq, de parte de Dios “Verás, pero no comerás”.
Y toda la gente saqueó el campamento de los de Amambái. Y era tanta la cantidad de alimentos, que un bolsón de maíz se pagó con un huevo de paloma, y un bolsón de zapallitos se pagó con un huevo de tortuga; tal como había dicho Elisheó-Yajnaxanaxáiq.

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