de Flavio Dalostto
Hambre en Chaco.
Y resulta que empezó a haber sequía en toda la Tierra de Chaco, y los ríos se secaron, y los pastos no brotaron, y los bosques se quemaron, y huyeron los animales. Y tres años duró la sequía, y la gente se quejaba por el hambre, porque la Tierra mezquinaba sus productos alimenticios.
Entonces, Dabí-Lodegaxát consultó a Qad’ta’á en el Salón de la Olla de la Voz de Dios, y preguntó: -¿Por qué nos pasa esto?
Y Qad’ta’á le respondió: -Esto es por causa de la gente pantanita, que persiguió Yuibaqlepaquín en la Tierra de Chaco, hasta casi borrarlos de entre los Hijos de Qom.
Y se fue Dabí-Lodegaxát hasta donde estaban los príncipes de los pantanitas (y era la gente aborigen, que habitó en las orillas y en la isla del Mar-Pantano, hasta que Dios lo secó, y extrajo el País Chaco, que dio por herencia a los Hijos de Qom y a las tribus), y les dijo: -Estoy enterado que Yuibaqlepaquín os hizo mucho daño, injustamente, hasta casi haceros desaparecer; más yo vengo a preguntaros como os puedo compensar, para que bendigáis a los Hijos de Qom, y cese la sequía que Dios nos manda.
Y los príncipes del resto del Pueblo del Mar-Pantano, le dijeron a Dabí-Lodegaxát: -Nosotros amamos al rey, pues nunca hizo diferencia entre los Hijos de Qom y los Hijos del Pantano, en la Tierra chaqueña; más el rey Yuibaqlepaquín, antes que tú, mandó asesinarnos en todas las ciudades, y nos robó casas y campos, y tus hijos debieron esconderse en el bosque profundo, hasta que ganó tu razón, y volvimos a nuestros lugares. Nosotros, nada queremos agregar de las ciudades y de los campos que ya teníamos, y tú nos has recuperado; más nuestro dolor solo tendrá remedio si nos das siete varones de los hijos de Yuibaqlepaquín, para que les quitemos sus cueros cabelludos, y mueran por pago de los que él nos hizo.
Entonces, Dabí-Lodegaxát mandó detener a siete varones de los hijos de Yuibaqlepaquín (menos a Lenechiquín con quien tenía promesa de amistad), y entregarlos a los pantanitas. Y éstos los rompieron con hachas, delante de toda la gente, y murieron.
Y cuando murieron los siete, se llenó de nubes el cielo, y llovió sobre la Tierra, y se recuperó la generosidad de la Tierra chaqueña, brotando los sembradíos y fructificando los árboles, y se tranquilizó la gente porque tuvo alimento.
Y después de esto, Dabí-Lodegaxát mandó subir los cuerpos de los siete muertos a siete árboles para que descarnen, y enterrarlos donde se había enterrado a Yuibaqlepaquín, Qlatumqueén y Oeneqquín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario