de Flavio Dalostto
Elisheó-Yajnaxanaxáiq oiquiaraxáiq sucesor de Elí-Yapotquín oiquiaraxáiq.
Venían Elí-Yapotquín y Elisheó-Yajnaxanaxáiq caminando desde la ciudad de Qashilalá.
Entonces dijo Elí-Yapotquín a Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -Déjame ahora, y quédate aquí, porque el Nogüét me envía a la ciudad de Ualalái, en la orilla del Mar Ñembóq.
Pero Elisheó-Yajnaxanaxáiq le dijo: -Somos compañeros. No te dejaré.
Y cuando llegaron a Ualalái, los oiquiaraxaiqpí le dijeron a Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -¿Sabes que el Nogüét quitará hoy a tu maestro, de encima de ti?
Y les dijo Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -Lo sé, callad.
Y Elí-Yapotquín volvió a decir a Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -Quédate aquí, que me voy a Najamá-Tralaté, siguiendo por la orilla.
Pero le dijo Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -No te dejaré, pues somos compañeros.
Y cuando llegaron a Najamá-Tralaté, se acercaron los oiquiaraxaiqpí a Elisheó-Yajnaxanaxáiq, y le dijeron: -¿Sabes que hoy quitará el Nogüét a tu patrón de encima de ti?
Y él les dijo: -Si, sé, pero callad.
Y Elí-Yapotquín le dijo a Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -Te ruego que te quedes, pues Qad’ta’á me manda hasta la orilla sur del río Talá, en la Península del Ñembóq.
Pero le dijo Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -No te dejaré.
Y ambos fueron hasta donde sus pies tocaron el agua.
Y se acercaron a ellos 55 oiquiaraxaiqpí y se quedaron mirándolos; y Elí-Yapotquín y Elisheó-Yajnaxanaxáiq, se quedaron parados en la orilla del río Talá.
Entonces, Elí-Yapotquín tomó su poncho, y golpeó las aguas, y éstas se separaron a izquierda y a derecha, dejando un camino seco.
Y cruzaron, entonces a la orilla Sur del río Talá. Y en la península de Ñembóq, le dijo Elí-Yapotquín a Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -Pide alguna cosa que quieras de mí, antes que el Nogüét me quite de encima de ti.
Y le dijo Elisheó-Yajnaxanaxáiq: -Te pido que una parte doble de tu espíritu quede en mí.
Y le dijo Elí-Yapotquín: -Difícil tu pedido. Si cuando el Nogüét me quite de encima de ti, ves la cosa, te será dado; pero si no me ves cuando sea quitado, no.
Y cuando iban caminando y hablando, bajó el Nogüét manejando un carro de fuego con montón de caballos de fuego, y los separó a los dos, y subió a Elí-Yapotquín arriba del carro de fuego, y se lo llevó el Nogüét.
Y lo vio Elisheó-Yajnaxanaxáiq, y le gritó a Elí-Yapotquín: -¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Chaco y Caballo de Qom!
Y no lo vio más, pues el Nogüét se lo llevó a Elí-Yapotquín.
Entonces Elisheó-Yajnaxanaxáiq rompió su propio poncho, y tomando el poncho de Elí-Yapotquín, lo dobló, y golpeó las aguas del Talá. Y se abrieron las aguas, y quedó camino seco, y cruzó Elisheó-Yajnaxanaxáiq otra vez por el Talá hasta la orilla Norte, y llegó hasta Najamá-Tralaté.
Y lo vieron los oiquiaraxaiqpí que estaban esperando, y cuando llegó, se dieron cuenta que el espíritu de Elí-Yapotquín estaba prendido en Elisheó-Yajnaxanaxáiq, y se tiraron a Tierra, y le hicieron reverencia.
Y le dijeron los 55 oiquiaraxaiqpí: -Mandaremos hombres fuertes y baqueanos a buscar a tu patrón. ¿Quién sabe si el remolino que se lo llevó, y lo dejó depositado en algún campo?
Y él les dijo: -No vayáis.
Pero ellos insistieron tanto, que él les dijo: -Id.
Y fueron, y buscaron por tres días a Elí-Yapotquín, pero no lo encontraron y volvieron a Najamá-Tralaté.
Y Elisheó-Yajnaxanaxáiq les dijo: -¿No os dije que no vayáis?
Y le dijeron los 55: -Estas aguas son cenagosas y pestilentes, agua mala y peligrosa; más el lugar de la ciudad es bueno.
Entonces Elisheó-Yajnaxanaxáiq caminó hasta las aguas del Talá, y metió sus pies en ellas, y le dijo: -¡Ahora eres agua sana, y no hay en ti, enfermedad ni pestilencia!
Y quedaron sanas las aguas.
Y desde allí se fue hasta Ualalái, y unos 42 muchachotes lo insultaban y se burlaban de él, gritándole: ¡Peludo! ¡Peludo!
Entonces, Elisheó-Yajnaxanaxáiq se volvió hacia ellos, y los maldijo. Y salió una piara de jabalíes furiosos, y mataron a los muchachotes, y se los comieron.
Y después, Elisheó-Yajnaxanaxáiq bordeó el río Talá, como yendo hacia el Oeste, y llegó al bosque de Güelgoritá.
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